jueves, 25 de enero de 2018

LA GARANTÍA JUVENIL, COMO PARCHE AL PROBLEMA DEL DESEMPLEO JUVENIL

LA GARANTÍA JUVENIL, COMO PARCHE AL PROBLEMA DEL DESEMPLEO JUVENIL

Recientemente, el Consejo de Ministros recibió el informe sobre la ejecución de la Garantía Juvenil en España, un informe que, pese a los buenos datos que se muestran en él y que se venden desde el Gobierno, desde la USO consideramos incompleto y abstracto en lo que se refiere a una realidad que lleva casi un lustro golpeando a la sociedad española: el paro juvenil.
En el informe queda reflejado que, desde su implantación en España en 2014, se han inscrito más de un millón de personas jóvenes y que la tasa de empleabilidad de las personas adscritas es del 41%, tanto por cuenta propia como ajena.
Desde 2015, este plan no solo afecta a menores de 25 años como en otros países de la UE, sino que se amplió para jóvenes de hasta 30 años, siempre y cuando la tasa de paro juvenil esté por encima del 20%. Actualmente, la tasa de desempleo juvenil se sitúa en el 35,9%.
Si nos dejamos llevar por los resultados del informe, vemos que desde 2013 el paro juvenil se ha reducido en un 20%. Si tomamos como referencia el cuarto trimestre de 2014, fecha de inicio de aplicación del plan en España, tras la aprobación de la Ley 14 de octubre de 2014, el paro juvenil se ha reducido en un 15%. Es cierto que los datos parecen buenos, pero si nos vamos diez años atrás, justo antes del inicio de la crisis, vemos cómo el paro juvenil ha aumentado casi un 50%, pasando del 18,66% al 35,9%. Con lo cual, pese a la euforia de los datos del plan, todavía queda mucho trabajo por hacer para recuperar índices de desempleo juvenil previos a la crisis.
Parece ser que, tras el tirón de orejas que dio Bruselas a España por el reparto de fondos de la Garantía Juvenil, el Ejecutivo ha hecho los deberes y ha dado cumplimiento al compromiso presupuestario, lo que permitirá que España siga disfrutando de la totalidad de la ayuda asignada para el Plan.
El involucramiento de las diferentes administraciones en la ejecución del Plan de Garantía Juvenil ha hecho posible que las inscripciones al mismo aumenten con el paso de los meses, estando la media de solicitudes en casi 1.000 diarias.
A la vista de los datos del informe, desde Juventud USO vemos con optimismo los resultados del Plan de Garantía Juvenil en España, pero debemos mantenernos alerta para que la ejecución e implicación por parte de todas las administraciones siga siendo impecable. Aun así, alertamos de que la Garantía Juvenil no puede ser el único método para combatir el desempleo juvenil: se deben hacer políticas de empleo juvenil basadas en la empleabilidad de las personas jóvenes, así como en su formación académica y profesional. Los fondos de la Garantía Juvenil deben servir de apoyo a esas políticas de empleo joven, pero no deben de ser la única herramienta para combatir el desempleo juvenil.
Además, pese a la alta empleabilidad del plan, desde la USO echamos en falta que no se detalle la duración de los contratos, remuneración, etc., para poder valorar de una manera más real si se está creando empleo de calidad entre las personas jóvenes a través de este plan o, por el contrario, y tal y como queda reflejado en las estadísticas mensuales de empleo y cotización a la Seguridad Social, el empleo juvenil que se crea es precario.
Por eso, exigimos una mayor transparencia en este tipo de informes y que la valoración realizada hasta el momento, con datos estadísticos buenos, sirva de impulso al Gobierno y a las distintas administraciones para combatir el desempleo juvenil, porque combatiendo el desempleo juvenil, ofertando empleos de calidad, con salarios dignos, estaremos contribuyendo, por un lado, a la erradicación de la pobreza juvenil, y por otro, a garantizar unas cotizaciones a la Seguridad Social que permitan mantener el Estado del Bienestar y unas pensiones dignas de presente y futuro.

miércoles, 10 de enero de 2018

martes, 2 de enero de 2018

2017, CIFRAS ESPERANZADORAS PERO SIN EUFORIA

2017, CIFRAS ESPERANZADORAS PERO SIN EUFORIA

El año que acabamos de cerrar ha estado marcado por una leve mejoría de las cifras macroeconómicas en España, pero sin que estas puedan ser catalogadas alegremente como la ansiada “recuperación” que el Gobierno se empeña en vender.
Basta con mirar los datos de desempleo. A falta de la estadística de paro registrado a cierre de año que se conocerá mañana, en noviembre había en España 3.474.281 personas inscritas en el Servicio Público de Empleo. Si bien puede considerarse una buena noticia un descenso interanual del 8,33% (315.542 parados menos), ardua tarea le queda por delante al ministro de Economía, Luis de Guindos, que en su programa de Estabilidad 2017-2020 había afirmado que se crearían dos millones de puestos de trabajo en el cuatrienio.
En la USO “esperamos que con esta previsión no se refiera a los casi veinte millones de contratos temporales que se han firmado el pasado 2017. Cada mes se han suscrito entre un millón y medio y dos millones de contratos, pero rara vez los indefinidos a tiempo completo han pasado de 100.000. Esto nos habla de la pésima calidad de los puestos que se crean, con menos de un 10% de contratación indefinida y relaciones laborales de menos de una semana. Poco empleo y malo”, afirma Laura Estévez, secretaria de Comunicación y Estudios Sindicales de la USO.
Lo que sí sube es la inflación. A falta de la confirmación del Banco de España, el IPC ha cerrado 2017 con una subida del 1,2%. Esto supone que, por ejemplo, “nos mientan cuando se habla de una revalorización de las pensiones del 0,25%, ya que eso supone una pérdida de poder adquisitivo del 0,95%, no una revalorización”, continúa Estévez. “Por no hablar de los funcionarios, que vuelven a pagar los platos rotos de la falta de entendimiento político y se quedan con los sueldos congelados por la falta de presupuestos, cuando el Gobierno había anunciado a bombo y platillo que era el momento de devolverles lo robado durante la crisis”. En cuanto a la negociación colectiva, “en la USO seguimos apostando por un mínimo del 2,5% de subida anual. De lo contrario, vistas estas cifras, lo único que hacemos es perder salario año a año”, apostilla Laura Estévez. Lo único que empieza 2018 con una subida significativa en proporción es el SMI, un 4% que, sin embargo, “resulta mísero en términos absolutos, puesto que un 4% de 707,6 euros ha supuesto 28,3 euros de aumento. La firma, pactada entre los sindicatos mayoritarios, patronal y Gobierno, deja de nuevo patente que la concertación social está obsoleta, pues el supuesto triunfo está muy lejos de la realidad cotidiana. Los 850 euros que España tendrá de SMI en 2020 alcanzan a duras penas para pagar un alquiler en las grandes ciudades. La defensa de los dos tercios del salario medio debería ser la máxima de las organizaciones sindicales, en consonancia con la CES, y eso supone 1.146 euros, 300 más de los acordados”, defiende Estévez.
Tras los peores años de la crisis, se observa una lenta recuperación si atendemos a los concursos de acreedores. En 2013, el peor de la serie estadística, 9.143 empresas entraron en concurso, con su consiguiente pérdida de decenas de miles de puestos de trabajo y millones de euros en mensualidades adeudadas. 2016 ya cerró con la mitad de concursos, 4.297, y en 2017, a falta del cierre, la bajada acumulada en septiembre era de unos 500 (-16,1%). Muy lejos aún de los niveles precrisis, por debajo del millar, pero que “dejan entrever la pendiente de bajada hacia la estabilidad”.
La población total ha crecido ligeramente, un 0,05%, hasta situarse en los 46.549.045, con casi un millón de diferencia entre hombres y mujeres. Hay 23.711.009 mujeres frente a 22.838.035 hombres, “pero el paro sigue teniendo un componente femenino, en una relación de casi 60-40 entre hombres y mujeres, que sigue acrecentando la brecha de género”, denuncia Estévez.
Lo que sí llama la atención de los datos poblacionales es la subida más marcada de habitantes extranjeros. Hay 4.464.997, lo que supone un crecimiento del 1,03% con respecto al dato semestral anterior. “La llegada de extranjeros ha estado aparejada históricamente a la creación de empleo. Fue durante la crisis cuando España dejó de ser un país receptor de inmigrantes, sufriendo una sangría de población adulta joven que regresaba a sus países de orígenes ante la falta de perspectivas”. Los jóvenes son precisamente el gran reto que 2017 no ha resuelto: “además de una pirámide cada vez más invertida, con unos porcentajes altísimos de personas que superan los 60 años, seguimos en una tasa de paro juvenil del 38,2%, la segunda más alta de la OCDE, únicamente tras Grecia. Esto supone que los jóvenes sigan mirando hacia fuera para optar a un puesto de trabajo, acrecentando esa sangría poblacional que pone en riesgo todo el Estado del Bienestar”.
En cuanto a la economía familiar, uno de los indicadores que más la afecta es el precio de la vivienda. Creció un 6,2% en los tres primeros trimestres del año pasado. “Seguimos cometiendo los mismos errores que antes de la crisis, cuando fiábamos todo al ladrillo. Pero ahora la burbuja llega también al alquiler, con la proliferación de los pisos de uso vacacional que impiden a los ciudadanos acceder a una vivienda digna y asequible tanto en compra como en renta”. En definitiva, concluye Laura Estévez, “un 2017 que ha traído mejoras con pies de barro. Es halagüeño que las cifras progresen poco a poco, pero no podemos creernos la recuperación por el simple hecho de que nos la repitan cada día. El paro y los sueldos demuestran que la economía del país, la economía real, no se ha recuperado”.